Es algo recurrente. Sueño que me caso contigo. Que vamos y venimos a esa gran ciudad, donde hacen enchiladas con diferentes guisados, que tomas mi mano y caminamos por ese recinto de paredes blancas y firmamos el papel. Observamos entonces la arquitectura prehispánica que aún se cierne sobre la gran urbe. Siempre quise llevarte. Donde existe la marimba, el café de olla, y el pueblo de San Lorenzo para llevarle flores al viejo.

– ¿Crees que se oponga? – me dices

– Solo es un sueño – te respondo.

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