Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón y yo en la playa de Varadero tomándome otro. El atraco había resultado perfecto, ni un solo herido, la huida discreta e inadvertida, y sobre todo la policía sin pistas. En tres días hubiéramos partido de viaje a Cuba en dos vuelos distintos, y a disfrutar del botín, pero no, tuve la mala suerte de caer en la acera y doblarme un tobillo, me llevaron a urgencias y cuando entré, tosí, pasé un protocolo de pruebas y ahora estoy en cuarentena. ¡Maldita pandemia!

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