A esta gatita todavía le quedan muchas vidas por vivir, dijo Atlas en voz alta, frotándose las manos con una sonrisa maquiavélica.
– Y muchos otros concursos más justos que éste -añadió su compa Venica, mientras preparaba su mochila.
Ambas iban a iniciar un viaje hasta Huesca portando una pancarta con grandes letras rojas que decía: «POR UN JURADO JUSTO».
Bajaron sonrientes e ilusionadas las escaleras, pero al llegar al portal quedaron boquiabiertas. Alguien habían bloqueado la salida con un muro de cemento y ladrillo.
Se miraron, y sin mediar palabra, volvieron a subir. Eran gatas y tenían los tejados.
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