Se llamaba Londres…
Me imaginé su cielo gris, el frío y la humedad de nuestros pasos por Notting Hill. Las cafeterías abarrotadas de gente con el vaho del té en tus gafas. El sabor de esos bocadillos de pepino y queso. Las ganas de abrazarnos y hacer agua en nosotros para llevarse lo hostil.
El viaje que nunca hicimos fue a nosotros mismos mi amor.
Y perdóname este espacio, perdóname el silencio y la lluvia. La constante lluvia de esa ciudad sin nosotros.
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