Te regalé una bonita sonrisa de Joker para que no pudieras sospechar el miedo que me producía volverte a ver. Fue sólo hasta ese momento cuando tuve claro que ya no podía soportar tu maldita presencia en mi vida. De repente todo cesó. Tu boca lejana parecía decir algo, tus ojos mojados jugaban a desarmarme y tus manos de puño cerrado, se abrían como pétalos de rosa. Miré el firmamento, estaba tan limpio y tranquilo que no pude contener más mis ganas y me eché a volar.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS