Nunca te cases con un ferroviario

Nunca te cases con un ferroviario

Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro en la cabeza de ese hombre. Por fin, la había encontrado, estaba en el retrovisor, mirándome.

Había estado toda la tarde buscando la cabeza sin descanso.

Una cabeza recién cortada por la rueda del tren no podía ir muy lejos.

Paré el tren. Tarde. No dio tiempo. Pedí ayuda. Recogimos el cuerpo sin cabeza. Durante horas rastreamos la zona y nada.

Sentado en mi coche, en el aparcamiento de la estación de tren reservado para los maquinistas, pisé el acelerador.

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