Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que ya estaba harta de concursos absurdos, en los que nunca figuraba mi nombre ni como finalista, y dadas mis circunstancias, la triste coyuntura sociopolítica, en la que era prácticamente imposible vivir de la literatura, los terribles desequilibrios del sistema, la desesperada situación del planeta, ya irrecuperable, ¿Qué podría hacer sino despedirme de este asqueroso mundo?, emulando a los insignes escritores románticos, dispuestos a morir por una pasión o un ideal. Ya veía el titular: «Escritora frustrada se intenta suicidar de desesperación»…, suponiendo que sobreviviese al impacto.
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