Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, que bien valdrían unas cicatrices por los seguidores que lograría con esta ocurrencia. Mi pie en un orgasmo con el acelerador y la cara de Félix, entre el horror y la gloria, filmando oculto en la esquina de La Mayor con Vermont. Mi mente repasaba el plan como un mantra, hasta que noté que no llevaba cinturón de seguridad y entonces el viaje se volvió real, y como un llamado, un instante, al tiempo en que me convertía en viral, pensé «¿qué mierda dirá mi viejo a la aseguradora esta vez?».

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