Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro , que aquello no tenía sentido. Entonces , apreté el botón naranja del tablero. El motor se apagó. Pasé una mano por los ojos y enseguida , con las dos agarré la cabeza. Abrí ojo por ojo. Me aferré al volante , y de pronto pude darme cuenta que , el auto se elevó. Atrás habían quedado los dos muros.
Un grito se escuchó.
– Carlos , despierta , hay que ir al colegio .-
El vehículo siguió el ascenso.
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