«Lástima que no haya billetes para maniquíes» pensó «discriminan a todo aquel que parezca pantruca y no sepa hacer muecas. Me pinté este tonto disfraz por nada».
-Le dije que no puedo darle ningún billete para su viaje. Le exijo que deje la fila o llamo a seguridad.
Éste se alejó vacilante, con las manos detrás de la espalda. Al rato, unas extremidades fueron cruzando discretamente el torniquete de entrada. La última en pasar fue la cabeza, que fue alzada para volver a su lugar. Ya repuesto, con un hilo atrajo su maleta, listo para infiltrarse en el último tren.
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