—Lástima que no haya billetes para maniquíes— declaró en el control, el escáner lo había delatado.
—Tiene derecho a guardar silencio hasta que llegue su abogado—le indicó el agente del aeropuerto.
—¿Desde cuándo es ilegal llevar un maniquí en la maleta?—protestó indignado.
—¿Un maniquí? Está usted más loco de lo que aparenta señor…
—Pero cómo se atreve, no es ninguna parafilia, es amor verdadero.
—Mantenga la boca cerrada si no quiere que aumente sus cargos—
—¡Esto es increíble! Voy a perder el vuelo, y todo por un maniquí.
—Manneken pis, asqueroso ladrón pervertido, se llama Manneken pis.
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