Darien es su nombre, él, es un
pequeño que acaba de cumplir seis años; para ser más exactos el ocho de noviembre.
El llegó, simplemente porque debía llegar, no es este caso en que hechas la casa por la ventana, desde luego, adi lo hicieron.
Él arribó a este mundo puesto tenía una misión, la cual, pocos hemos entendido.
Antes ne nacer ya sabíamos que nj sería un niño normal, si acaso podemos decir cual es la normalidad en las personas, todas pensamos, sentimos y somos diferentes, pero esta criatura tendrá sobre sus hombros el peso más grande del mundo.
A pesar de ese fatídico diagnóstico médico cuán nació, pareciera que a él no le hace mella; desde pequeño hacia lo que se le diera la gana, y, claro está, lo seguirá haciendo.
Su síndrome sin que suene a martirio, sufrimiento y desesperación, no sabemos hasta cuándo estará con nosotros. Pero este es, el punto neurálgico, siempre pensamos que moriremos de viejos, achacosos y dementes, la realidad es, que nunca se está consciente de que, podemos pasar un escalón y morir al instante, sentimos incapaces de pensar que la vida nos pone pruebas, esas situaciones en las que debemos de aprender el porqué y el cómo, el saber que, no por el hecho de que sé, que este hermoso niño morirá algún día, no disfrutamos de ello cada día cada instante.
Recuerdo muy bien cuando fui a verlo al hospital después que nació. Lleno de cables, sondas, un casco de astronauta el cual era su nebulizador.
Tenía ya tantos piquetes de agujas que sus manitas ahora ya parecen un mapa lunar. Pero, jamás y nunca, lo vi sin esa sonrisa amplia y hermosa; siempre reíe, siempre está con esa cara pícara de niño travieso.
En esa ocasión, llegué decidida a darle el mejor de mis regalos, y que él, me diera su obsequio de conocimiento; lo amé desde que lo vi, lo he atesorado cada dia y cada instante, la razón, yo no puedo verlo tanto como quiera, yo no puedo disfrutarlo cada vez que diga: – quiero ver a mi nieto-
Puedo decir que las pocas veces que ha estado con nosotros ha sido sin duda verlo evolucionar, madurar y demostrar que él, seguirá en este mundo hasta que el decida que quiere seguir.
Ni le importa saber que ya tiene insuficiencia renal crónica, eso a él, le viene valiendo gorro, el vive a su tiempo.
El problema, es que me enoja, me enerva tanto que del otro lado, desde su madre hasta sus progenitores, no entiendan que es, un regalo de Dios, que no vean que es el ahora, este dia, este instante; veo cin tristeza que no han aprendido la lección de su llegada.
Pero quiero pensar, que su padre tendrá la gran responsabilidad de darle la otra parte de educación: leerle un libro, hacer las tareas escolares, jugar y escuchar música.
Me he llenado de fotos, cuando buenamente me las mandan, generalmente su papá, a veces su mamá. Un día me preguntaron que si pudiera yo tenerlo, ¿lo haría?, ¿yo lo educaria? Mi respuesta fue, que no. Ese no es mi papel, salvo claro está, que fuese la única alternativa. La razón, son sus padres, los que deben hacer ese trabajo, si no hacen bien o no, serán ellos los responsables de disfrutar o no a esa criatura.
Lo único que esperamos ahora es, que pase lis siete años un posible trasplante y esperar que siga adelante.
El lío, es que no solo es un trasplante de riñón, caray, llegó con un verdadero berenjenal de situación física; síndrome de ciruela pasa, así se llama.
Pero en fin, lo único que sé, es que es la luz de mi vida, la razón de mis angustias y la mayor fuente de orgullo.
Así es mi nieto, un guerrero, un terco y perseverante niño que, aún, no pueden entender.
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