La vida todavía puede ser bella

La vida todavía puede ser bella

Clara González

13/01/2020

Hemos recorrido varios pueblecitos hasta acabar en Arezzo. Sin mi mejor amigo al lado, no habría dejado de pensar que estoy a punto de separarme. Pero aquí las cosas se ven distintas, el pueblo aún parece evocar la idea de La vida es bella, rodada hace mucho tiempo en este mismo lugar.

Nos hemos sentado en una terraza a tomar vino y bromeamos sobre si el joven camarero lo prefiere a él o a mí mientras pienso qué poner en la postal que he comprado para mandar al que todavía es mi marido. A veces tengo la estúpida creencia de que algo pequeño es capaz de cambiar un mundo y que lo que le escriba determinará nuestra vida desde ahora.

Carlos bromea sobre mi letra infantil y propone encargarse él, pero no le dejo. Se me ha ocurrido usar solo seis palabras, como Hemingway en su famoso microrrelato; sin el drama, claro. Y, supongo que por efecto del vino, me he lanzado a escribir en italiano. Mi marido es escritor, así que no puedo fallar. Él entenderá el juego. Carlos intenta que cambie el adverbio de lugar, aunque yo pienso que está perfecto. Tengo la frase.

¿Llegará la postal?

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