Querida Pau:

Esta fotografía me sirve para expresar lo que no te pude trasmitir cuando nos vimos, respecto al temor que siento de no poder acabar antes de que todo termine.

Te quiero,

Charles

Las palabras plasmadas en el papel se sustraen del tiempo. Latentes permanecen a la espera de ojos que las lean, de mentes que las interpreten y, quizá, de voces que las hagan escuchar de nuevo. Son jirones de la vida de sus autores que ordenan sus pensamientos en frases, oraciones y párrafos hasta convertirlos en libros que seguirán ahí después de su partida, porque su existencia, en cambio, fluye inexorable.

Cuando el escritor advierte que en su reloj de arena mucho más de la mitad ya ha caído, se pregunta angustiado: ¿Cuánto le quedará para seguir sacando de su mente sus pensamientos y dejarlos impresos en palabras suspendidas en el tiempo?

La arena cae, la tinta queda.

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