¡Ay Laura! Vaya carita tienes hoy, vamos a ver si obramos un milagro. Era lunes. Saqué todo el arsenal de maquillaje e intenté camuflar los excesos del fin de semana.

Salí pitando rumbo a mi oficina que me queda a treinta minutos en coche. Soy contable en una firma internacional de Abogados. El equipo lo formamos dos personas, Ana y yo, trabajamos a destajo. El trabajo ni me iba ni me venía el que sí se iba y venía era mi sueldo que no estaba mal pero con los recibos se iba adelgazando a pasos agigantados.

¡Qué pereza tengo hoy encima y además tenemos el cierre mensual yupi! Nos tocaría echar horas extras. Mi compañera Ana era super guapa, alta, estilizada y lista pero se empeñaba en vestirse sólo con ropa modelo saco de patatas y peinarse hortera. Yo sin ser tan mona me lucía el doble. Tampoco recuerdo muy bien por qué me esfuerzo tanto en ir arreglada si ni Dios se fija. Somos los bichos raros, la élite eran los socios del despacho.

David era uno de los pesos pesados, había entrado en la firma como junior pero el apellido Zuluaga le había ayudado sin duda a despuntar. Ellos aparecían a las diez, en sus flamantes coches que competían en el parking. Yo aparecía a las siete, para humildemente aparcar mi bólido de segunda mano en la calle.

Asiento contable va y asiento contable viene, ¡por Dios Ana, invítame a un café que me duermo!.

Tenía que hacer y deshacer unos movimientos para que quedaran reflejados en los números del primer trimestre. La casa matriz en USA nos había marcado unos objetivos tan agresivos, que los abogados facturaban hasta los bolis que gastaban. En uno de esos movimientos, vi un asiento raro de diez millones de dólares. Sí que manejábamos cifras altas pero ¿tanto? Estuve bicheando un poco, parece que había llegado un ingreso no identificado. La compañía por el SWIFT que vi en la web del banco era panameña.

¡Ana! ¡Por fin has llegado!,¡ vámonos al café!. Y era tanta el ansia que tenía por ese oro negro, que por un momento olvidé lo que había visto.

Ana venía alicaída, su medio novio se iba de gira por Europa. Era bajista de un grupo rock. Nadie hubiera imaginado a Ana meneando la cabeza y poniendo los cuernecitos con la mano y ataviada de leopardo. Sorpresas de la vida Laura.

Después de veinte minutos largos (mierda veinte minutos que saldré hoy más tarde) volví a mi puesto. ¡Qué raro, mi pc no estaba bloqueado pero yo siempre lo bloqueo!. Volví a iniciar sesión en busca del ingreso de marras y sin rastro, como si nunca hubiera existido. ¡Vale! Estoy muy dormida los lunes pero tanto como para perder 10 kilos no. Me iban a crujir. Tenía que encontrar el maldito movimiento. En sistema sólo vi una línea de borrado con mi usuario a las 9:30. A esa hora yo no estaba en la mesa y el equipo insisto estaba bloqueado. Subí a ver a mi amigo Lolo de informática. Lolo era feíllo pero gracioso, siempre sonreía y miraba todo con expectación.

-Lolo, he perdido 10 kilos.

-Mira tú que bien. Eso que llevas de ventaja para la operación biquini.

-No seas jili que no estoy de humor. Cuando le cuento lo que me había pasado me prometió mirarlo a cambio de unas cañas después del curro.

Joder que putada. No podíamos cerrar el mes sin ese ingreso. Y si era un error también debía encontrar el origen.

No conté a nadie el tema, pero debía inventar rápido algo para alargar al menos un día el reporte a USA. Con sudores fríos y cara descompuesta, el maquillaje 24 horas se había esfumado al cabo de una. ¡Malditos anunciantes! En ese momento Lolo me llama:

-Bicho, tengo lo tuyo.

El muy capullo lo tenía listo en el almuerzo. Mi usuario había estado activo sin mí en el rato del café y de momento lo único que pude conseguir fue una copia impresa del ingreso.

-Guapa, hoy pagas tú la comida. Me explicó sencillamente que alguien en remoto podía haber borrado el registro y que debió ser alguien interno porque nuestro firewall era muy potente y hubiera detectado el acceso de una ip ajena.

Movida de la gorda que me había encontrado, no sabía qué hacer ¿Quién narices había hackeado mi ordenador en tan poco tiempo?. Hablé con Mariano,el del banco y desciframos que el pago procedía de la compañía panameña “Panamá Trading Corporation Limited.”

Di una ojeada en el buscador interno de información sobre empresas y no vi nada raro hasta que leí el nombre del cuarto apoderado de la Panáma Trading: David Zuluaga Sotomayor.

¡Madre mía! que la cosa se ponía peor por momentos. David,¿recibió por error un cobro de una empresa constructora de Panamá en la cuenta nuestra? pero ¿por qué se borró el movimiento y quien lo hizo?. En esas cavilaciones estoy cuando suena el teléfono, era María, la secretaria de David.

-David dice que entres al despacho Laura es urgente.

Nunca en diez años de servicio David me había llamado al despacho. Cuando llamaba a alguien en plan formal con secretaria y todo al despacho, el compañero solía salir del con el rabo entre las piernas y recogiendo sus cuatro cosas.

-Hola Laura, por favor toma asiento, hace tiempo que quería hablar contigo.

Mi sangré debió helarse y también el pis porque si no me hubiera meado en los pantalones.

-Creo que deberías estar más reconocida en la organización, sé que trabajas mucho.Es hora de una pequeña compensación.

Me pasa el tío un sobre lleno de billetes. No tuve valor para abrir la boca.

Y ¿qué tal Laura, cuéntame, tienes familia en Panamá? Ahí ya sí que casi me pongo a llorar.

Ya hablaremos más delante de momento llévate este premio por tu desempeño.

Cerré la puerta del despacho y salí pitando para casa.

Necesitaba asimilar mi día.

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