«Un hombre puede perderlo todo

excepto su conciencia.»

Arthur Boyle.


Una mirada soslayante se hizo eco en la tormenta que inundaba su atormentada conciencia. Una o dos voces -tal vez-, replicaron sonidos incongruentes que desmoronaron su inconsciente frágil y pasmoso.

Estuvo perplejo durante unos minutos tratando de comprender cuáles eran los recuerdos que armaba con increíble rapidez, pero que al mismo tiempo se desvanecían como luces lejanas en caminos abandonados por el tiempo. Trató -sin lograrlo- de exceder en urgencias banales y, en su pasado inmediato logró rememorar las más intelegibles memorias de ese hombre con una mano de férula seca y muerta.


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