Señor Alain-René Lesage:

Me complace ofrecer a Ud. la historia del accidentado viaje por el Mar Océano que me condujo a vivir largos años en soledad en una isla desierta; de mis penurias, de cómo he procurado no caer nunca en la desesperación poniendo buena cara al mal tiempo (metafórica y literalmente hablando) y, en fin, de todas las aventuras que me han tocado vivir.

Tal vez de su pluma habrá de emerger una obra que perdure en el tiempo y nos haga inmortales a ambos.

Esta nota iba a ser enviada dentro de una botella lanzada a los albures del mar desde la susodicha isla, pero, gracias a que he sido rescatado, puedo hacerlo ahora por vía postal. El dibujo de mi propia persona que Ud. puede apreciar ha sido realizado por mi buen amigo Viernes, quien con gran empeño ha aprendido convenientemente el arte del lápiz.

Deseo acotar que me gustaría que el protagonista no llevara mi nombre sino uno de ficción, tal vez Robinson.

Por si mi historia no fuera de vuestro interés, le confieso que el señor Daniel Defoe está muy interesado en ella.

Alexander Selkirk, marinero

Enero 1712

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