YOU TUBER
Antes de llegar la Internet se mandaba por correo postal cartas a sí mismo. Ahora … quién lo creyera! dejó el epistolario, y, en reemplazo, habiéndose declarado enamorado de sí mismo se mira al espejo y besa apasionadamente, buena parte de su tiempo virtual; se invita a salir, se manda rosas, se escribe versos rimados que luego se canta; se celebra los cumpledías, con vino, pastel y velitas, y se hace los amores hasta donde la censura lo permite. Tan tragado está, que ahorra los pesos que se gana desde cuando empezó a recibir réditos por compartir su aventura solipsista, en la red, después de haber sido visitado un millón de veces, en su sitio, en buena medida por él mismo, para que le hagan una cirugía cuántica que le hará hermafrodita, y así poder amarse sin la mediación de ese reflejo frío que le mira sin verlo.
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