Estimada felicidad:
Escribo en tono de queja por el hecho de que me la pasé buscándote muchísimo tiempo, di vueltas y recorrí cosas indebidas solo para encontrarte. Ahora quizá ya lo notaste: te he encontrado, por eso te puedo enviar esta carta, donde leerás toda mi lamentación por tu búsqueda.
Mientras exploraba esa tristeza me cansé de ella, por eso partí a buscarte y a anhelarte, te veía tan difusa en varios caminos como el amor, te vi en la diversión; también en las amistades y hasta te busqué en la adicción.
Pero después de tanto camino no encontré lo debido, solo me veías y saludabas, me sacabas la lengua y te ibas hacia otro lado, y yo como tonto persiguiéndote sin darme cuenta cómo tu búsqueda me estaba acabando.
Hasta que un día dejé de seguirte, me senté en la roca de la melancolía y me eché el pasto de la paz, solo para luego al alzar la mirada, encontrarte sonriéndome de la más divina manera, me diste la mano y me levantaste, me mostraste nuevos caminos y me acompañaste por todos los lados hasta el fin de mis días.
Triste y atentamente, la muerte.
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