Querido B,

Te escribo desde casa. No he salido de aquí. Cerradas puertas y ventanas. El aire quieto y viejo deposita la pena en las esquinas más recónditas. Tu olor es lo primero que desapareció con tu marcha. Una estela que se escabulló por las rendijas como un fantasma sin forma.

Recorro los recuerdos. Lo que toco me lleva a ti. Todo lo que veo me trae tu voz, tu imagen. Tu luz. Desde que te fuiste se ha hecho el vacío. Tu ausencia llena mis sábanas. Te busco por si fuera un juego, por si de un sueño se tratara. Pero el frío acoraza los sentidos. Una foto fija con tu sonrisa y tu abrazo en mi cuerpo, tocándome el alma.

Los paseos los recuerdo ahora meandros en mi mano hueca. Se acabó tu calor y se llenó la copa de la pena. No quiero brindar. No quiero celebrar otro día sin ti.

Aquí no queda nada. Solo oscuridad. Menos mal que no puedes volver. Desde el fango del dolor no encuentro punto de apoyo para salir y me hundo. Si alguien abriera una puerta, esta pecera salada en la que se ha convertido mi alma, estallaría.

Te quiero

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