Este es mi oficio. Al acusado sin dudar digo: ¡Tú has sido!. Mirad la verdad suplico al jurado, cual látigo infamante en busca de la carne.
La sangre hiela, el frío duele, la voz mata, no más que la vergüenza al asir el mayete antes de emitirse el veredicto.
¡Se hizo justicia! dirán algunos, ¡Que barbarie amparada por la ley se ha cometido! el epílogo de los vencidos.
Un bálsamo refrescante alimenta mi fe y esperanza, aun si el triunfo es efímero. Themis me saluda y como buena amiga va conmigo.
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