Soy una intuición. Un instinto irracional.
Inmaterial, intangible. Etérea.
Una inmaculada lujuria de esclavizadora piel.
Soy inmensa, inmarcesible. Incontrolable.
Eso, ¡todo eso soy!
El centelleo que rescata tus tinieblas.
El secreto escondido al otro lado de tu ambigüedad.
Atormentada, inagotable. Amarga.
Sedienta en tu agua interior.
Hambrienta en tu alma desahuciada
que ruega habitar en mí.
Extenuadas lágrimas de cristal
que brotan de una mirada embrujada
obstinada en ignorar
que aquellos olvidos sepultados
en un enmudecido silencio
eternamente nos recordarán.
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