Conocía muchas anécdotas acerca de él y recuerdo verlo pasear por mi ciudad. Yo estaba ante la puerta de la habitación 217 del hotel La Perla. Él la abrió y me ofreció un trago. Enseguida supe que íbamos a llevarnos bien.
-¿Qué vende?- preguntó.
-Nada, señor Hemingway. Quiero aprender a escribir.
-No, no es cierto, todos vendemos algo -prosiguió- Yo me vendo todas las mañanas que tengo que escribir. Mire joven: comparta sus historias , sea auténtico, escriba y viva. Evite hacer el camino solo.
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