Los nuevos reclutas sostenían sus lápices esperando nerviosos la primera orden. El comandante tenía un aspecto enclenque que contrastaba con su calva que intimidaba hasta a un megalodón.

Llegó la instrucción: escribir acerca del “relato” en 500 caracteres. Después de 10 minutos se acercó al recluta más joven, quien casi se desmaya, y leyó su ejercicio; el recluta pensó que era su fin; para su sorpresa recibió una CornerShot43 y un nuevo emblema en forma de ideas. Y así, ganó su propia guerra.

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