Y con sorna descarada se sienta el tutor del taller sobre su trono. Sala pequeña y varias personas con sus relatos. Son folios, algunos manuscritos y la mayoría impresos: con esa letra rutinaria tipo New Roman. Da igual: todos leen sus historias. Al principio con timidez y luego con detalle; parándose cuando algún personaje femenino descubre la infidelidad o cuando el malote de turno comete el crimen.
El tutor siempre sonríe, asiente y emplaza su última novela sobre la mesa.
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