Pasó por evadir las tenebrosas telarañas de la red para aprender “on line” y hacerlo en carne y hueso.

Me pescó un anuncio y caí en un taller parapetado en un garaje y sepultada por la ignorancia del profesor.

Como nací con la desgracia de no tener talentos y como dicen que la escritura se aprende, pensé que la flauta me sonaría para ser escritora.

No aprendí un carajo: quedé como salida del Diluvio Universal:¡muerta !

Ahora, en la cima del Ararat, espero que un arca me rescate.

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