Mi madre cuenta la historia de su prima, a la que yo apenas recordaría de no ser por el ritmo pausado de sus historias antes de ir a la cama. Era tan valiente como para participar en un curso de escritura, desbordada por el talento.

Un buen día, llegaba a casa con el último de muchos premios, cuando su padre le presentó al que se convertiría en su futuro esposo. Un mes después, dejó el taller. Y si bien fue un ejemplo de mujer para mi familia el resto de su vida, nunca más volvió a escribir.

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