La musa divaga, se pierde en el infinito cuando decido contar alguna historia elocuente, maravillosa, espontanea. Entonces, de repente pienso en hacer un Taller de Escritura que sirva para reconectarme con un sin fin de obras literias, palabras rebuscadas que tal vez terminen por relatar algo genuino, autentico, distinto, profundo, con cuerpo.
Mi sueño es vender más libros que Corin Tellado, o tener mi propia columna en el New York Times… ¿Cuantos Talleres de Escritura haran falta para eso?
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