Ingresé al aula del nuevo taller de escritura y durante cinco minutos ofrecí a los alumnos una disertación introductoria acerca de cómo eran Castilla-La Mancha y su gente en los tiempos de don Alonso Quijano. De a poco comencé a notar que el asunto no les interesaba, cuchicheaban entre ellos, me miraban con aparente desconcierto y ni siquiera tomaban nota de nada.

―¿Qué les pasa, no soy claro?― pregunté al fin, procurando disimular mi fastidio.

―Es que este es el taller de fotografía, profe…

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