El lobo se enamoró de la luna. De sus lunares. De su bella perfección. De la manera que tenía de apagarse. De hacerse pequeña ó grande. De mostrar su lado más su oscuro ó del brillo de su hermosa luz. Se enamoró de ella porqué nunca podría tocarla pero sabía que ninguna de sus noches lo dejaría solo. Dormía por el día para no cerrar los ojos cuando el anochecer se acercaba. Se enamoró porque siempre sería un recuerdo presente. Un amor dispuesto a iluminar y guiar su vida. Un amor eterno.
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