Lo que del alma supe

Lo que del alma supe

Miguel Bonavota

14/09/2019

A VECES SUEÑO ESTAS COSAS

El infierno pleno es:

estar lejos de tus labios

una araña hambrienta

de corazón arrugado

de lívidas ramas

y de hojas muertas

cerquita y a tientas

de aquí y de allá,

a veces tan cerca de nada

“a veces sueño éstas cosas

que nunca olvido”

será luz la estrella que nace,

es llama el cormorán rojo que pasa,

es caricia el perfume del tilo en flor,

y el sol, y la tierra verde, y la arena blanca.

Cerca de la juventud tan bella,

tu boca entreabierta son mis manos

de aquí y de allá,

a veces tan cerca de nada

“a veces sueño éstas cosas

que siempre olvido”

¡ah! éste susurro de piedras, cuánto ensordece,

y cómo envidia la luna al desprolijo desierto

de ver tantas dunas despeinadas por el viento.

LO QUE EL ALMA SUPE

El alma se enrosca en su propia primavera

por cada mirada, cada flor, cada amor,

a besos sin deshojar aguas ni culpas.

Yo vigilo que la tristeza pase de largo

mientras se desvela la tenue luz del alba;

justo ahora que entre mi sien y mi almohada

media dos centímetros de sueños

una gota de cielo desarbolada

y dos nubes solitarias. Luego, agazapado,

me sorprendo escribiendo bajo una vela

en un verbo conjugado en pasado.

Lo que del alma supe

lo aprendí del pasado

por eso me pienso

mejor que el futuro.

No me canso, no me rindo,

mantengo la esperanza

qué después de agotado el viento

despierte una bella postal.

EMBRIAGARME DE TI

Me inquieta dormirme

pensar y soñarte

entregarte mis manos

que es piedra y es viento,

entregarte mi boca

qué es más luna y más cielo;

parece todo tan simple,

que entonces

te busco,

y me atrevo,

y te miro,

miro en tus ojos negros

y ahora… recién veo,

el viejo brillo del hielo.

Qué cómoda te encuentras

con tus labios cerrados,

que suavemente te vas

por el pasillo ignorándome,

y qué estúpido me siento

mostrándote mi mejor sonrisa,

ah… estoy cayéndome

y tú, tan cerca pero, sentirte tan lejos.

Mi pecho es una vuelta atrás

incapaz de espantar la soledad,

y con tantas goteras viejas

se borra algo de luz en mis ojos

y me siento el inútil esclavo.

Espero que el destino

no juzgue mi inocencia, a través

del silencio de una lágrima.

Sería vaciar de anhelos una estrella.

Miro la luna. El reloj da las cuatro.

Mi copa de vino está vacía,

en su fondo, “busco tu nombre”

por eso: vuelvo a llenarla.

Así es, como de ti,

me embriago esta noche.

DESVESTIR MI ORWELL 1984

Puedo desvestir mi propio Orwell 1984

custodiar el azar y el desorden calmo;

velar por el abecedario sin equis ni zetas

el código binario sin unos ni ceros

las hojas excel sin claustrofóbicas celdas

“y enredar tu pelo con mis tímidas manos”.

¿Qué más puedo esperar?

Me siento libre, franco, tan llano…

disconforme, ¿descolocado?.

Tengo en mi piel siete rosas blancas,

presumen ellas de alcanzar el cielo,

me dan la luz que corre entre sus pétalos

a sabiendas, que otros no pueden repetirme.

Se me antoja por ejemplo: cerrar la noche,

congelar el alba, borrar mi rastro y soñarme,

y nunca resguardarme

del día de mañana.

SIN TI

Ahora que perdí tus besos,

y tengo una pasión deshabitada

y miro el reloj y dice ninguna vez,

ahora que llevo clavada nostalgias

que estiro y veo soledades

y palpo un vaso manoseado

de líquida tristeza, pleno

de paciente y cándido olvido.

Ah vino sublime,

de sangre y piedra

de brillo y rabia

que corre entre venas,

que enciende suspiros

de noche y promesas

y cierra heridas

por tanta

y pura pena.

Sin ti,

como poder existir,

celebrar la vida,

dormir el miedo,

habitar el tiempo,

y callar la lluvia,

y abrir el cielo.

Sin el tibio fuego,

sueño dormido

en un viejo libro, uno

jamás leído.

Y el cuerpo,

reclama al día

y el día su noche,

y yo pensándote

aún, sin ti

todavía.

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