Me enamoré en el PenAir

Me enamoré en el PenAir

Eliana Lemos

09/09/2019

Odio volar. De pequeño caí de lo alto de un roble por querer ayudar a un gatito y por eso le temo a las alturas

Mi nombre es Max, tengo 27 años y soy cirujano pediátrico. Amo los domingos por la tarde en casa de mi madreen New York. Era un domingo y me llamaron de urgencia, el estado de Lili Wells era crítico y necesitaba de una cirugía. Lili tenía 1 mes de edad y poseía Mielomeningocele, es una malformación de la médula espinal y la columna vertebral. Fue operada unos días después de nacer y ahora se encuentra bajo tratamiento.

-Tengo que regresar o mi paciente morirá.

Dicho ésto me retiré de la casa en busca del primer taxi que me acercase a el aeropuerto más cercano.

Subí a un avión tembloroso, sudando y con un desierto en mi garganta. Necesitaba agua o caería sobre la azafata. Me ubiqué en la butaca y quise tranquilizarme pensando solo en Lili, una mano tocó mi hombro y apretó mis músculos de manera tan tierna que volteé y la vi por primera vez.

Era ella, con un traje azul marino, un cartelito sobre su pecho con el nombre y un sombrero que resaltaba el color de sus ojos, era amor a primera vista, era Lexie.

Sus palabras suaves entraron a mi cabeza como una melodía pero no reaccionaba, me silencié totalmente mientras la miraba.

Cuando por fin logré hablar ya se había retirado. ¿Qué me había pasado? Esperen, mi cabeza dejó de pensar en el vuelo, ahora pensaba en ella. Subí al avión con miedo y angustiado por Lili y de repente olvidé mi miedo a las alturas gracias a una azafata. Lexie debería estar en todas las portadas de libros sobre cómo perder el miedo a volar.

Llegué a Washington sin ayuda de píldoras ni bolsas para respirar pero no me pude despedir de Lexie, Dudo que me recuerde después de mis balbuceos y atroz silencio.

Tomé un Taxi que me acercó a la Clínica, y fui de inmediato a la sala de cirugías donde Lili me esperaba. Al tener la médula espinal expuesta tuvimos que cerrar la abertura. La reacción de la primer cirugía no fue positiva pero pudimos solucionarlo

Ya con la cabeza sobre la almohada de mi cama no paraba de pensar en Lexie, definitivamente era amor a primera vista.

Pasó una semana de mucho trabajo y Lexie en mi cabeza pero siempre al deber de mis pacientes. Llegado el fin de semana tomé el primer avión a New York, sin miedos ni balbuceos subí al PenAir. Esperaba verla en el vuelo de vuelta hacia Washington, quizás ese era su turno de trabajo y así fue. Esta vez sin silencios.

Lexie no lograba recordarme hasta que le dije que era el idiota que se quedó balbuceando frente a ella. No me alegró que se haya quedado con esa imagen de mí pero me alegró que me tenga presente. Charlamos hasta despegar. Fue el mejor vuelo de mi vida.

Al bajar del avión le pedí su número de teléfono. En mi cabeza yo imaginaba una historia al estilo El Hilo Rojo pero fue mejor. Meses y meses de charlas, vuelos inesperados, citas en NY y videollamadas repentinas. Fueron años en pareja a distancia pero con planes a futuro.

Un fin de semana me retiré más temprano de lo habitual y fui hacia mi departamento en busca de las maletas. El PenAir salía 3hs más tarde y tenía que dejar todo listo para partir. Llegué al departamento y al revisar mi teléfono encontré una llamada perdida de un número desconocido, no le di importancia. Tomé del cajón de mi velador un pequeño estuche con un anillo. Así es, le iba a proponer a Lexie casarnos y que se mude conmigo a Washington.

Llegué al Aeropuerto y el PenAir estaba demorado, de pronto en las pantallas del lugar pasaban noticias de un accidente de Avión pero no daban nombre de la empresa. Miré el teléfono y llamé al número desconocido, era de una Clínica en Manhattan. Lexie estaba en terapia intensiva. Su avión tuvo fallas y cayeron bruscamente al aterrizar.

Tomé otro vuelo y el pánico volvió, era miedo a las alturas, miedo a morir, miedo a que muera ella. Viajé con píldoras y bolsas para respirar, fue el peor viaje de mi vida.

Ya en la Clínica, el parte médico era crítico, sufrió una ruptura traumática de la aorta descendente toráxica, un elemento punzante del avión se clavó en su tórax y rozó su corazón. Los médicos me informaron que Lexie tenía 6 meses de embarazo y mles de emociones pasaron por mi cabeza.

Con respecto a Lexie, se mantenía con vida, ya que le colocaron un parche cardíaco que suturaba el roce del objeto. Unas semanas después la trasladaron a una sala común.

Fueron meses a su lado, necesitaba un transplante y la lista de espera era larga. Guardé el anillo todo el tiempo esperando el momento oportuno para dárselo. El 13 de febrero apareció un corazón, se hizo desear por casi 3 meses. Antes de entrar a la sala de cirugía le entregué el anillo, ese era el momento. La sorpresa para ella fue tan linda que entró a cirugía esperanzada.

Pero esta historia no es del todofeliz. Mi vida acabó y volvió a comenzar ese 13 de febrero en la Clínica con la muerte de Lexie y la llegada de Peny, mi bebé. Lexie no soportó tanta presión a pesar de que el corazón era compatible e hicieron todo lo posible para salvarla, pero solo sobrevivió Peny,

Desde ese día dejé de temerle a las alturas y subo a cada avión con la esperanza de verla. Desde ese día, comencé el viaje más lindo de mi vida, la aventura de ser padre y la dicha de ser amado por un ser humano tan pequeñito

Ahora mi Hilo Rojo me ata a Peny y esa es la historia de viaje más linda que les puedo contar.

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