1974…

Fue en abril de 1974, para decirlo con exactitud, el día 10, cuando conocí a mi ahora marido. Pero deja comenzar por el principio.

En 1974, yo apenas tenía 15 años, mis padres y yo fuimos a un viaje que cambiaría mi mundo por completo. Viajamos de la Ciudad de México, donde vivíamos hacía apenas unos meses, y volamos en semana santa a Mérida, Yucatán en México. Nuestro destino final fue Isla Mujeres, una pequeña isla en el caribe, enfrente de lo que es ahora Cancún, Quintana Roo. Volamos, pues, con una avioneta hasta aquél sitio idílico y romántico, lo que hasta la fecha no ha cambiado.

Una noche, en el restaurante del único hotel grande que había en aquél entonces, se nos aceraron unos jóvenes… Bueno, Gabriel «ya» tenía unos 33 años, lo que se me hacía viejísimo. El otro joven de 17 años, Fernando. Esa noche mis padres platicaron con Gabriel. Fernando y yo, muy jóvenes y tímidos, no hablamos mucho.Al día siguiente, ellos tenían que tomar el ferry para cruzar a tierra firme, con su moto BMW que me llamaba mucho la atención. Mi padre y yo los despedimos y poco después me dice mi papá: «Anda, ven, tengo que ir al aeropuerto. Acompáñame.»No me lo tenía que decir dos veces: Sabía perfectamente que teníamos que pasar por donde estaban Gabriel y Fernando esperando el ferry.

Pues, y pasando por donde estaban ellos, solo me quedó saludarlos y seguir adelante con mi papá. Pero el destino nos quiso unir, ya que discutí con mi papá y decidí regresarme al hotel, obviamente sin antes pasar nuevamente por donde estaban Gabriel y Fernando esparando el ferry.

Y ¡sí! Fernando me saludó, me invitó un refresco. Y… lo más importante. Me pidió mi teléfono – y se lo memorizó. Increíblemente, hasta hace poco años, todavía se lo sabía de memoria.

Ya de regreso en la Ciudad de México, después de largos 3 meses de espera, me llamó Fernando y empezamos a salir.

Ahora ya tenemos 35 años de casados, 10 años de novios, 2 hijos, 1 nieto… y todavía festejamos cada 10 de abril.