Los unicornios existen

Los unicornios existen

Nerea Diaz

03/09/2019

-Lo mejor de las vacaciones es que me abrazas continuamente- Dice mamá.

-Pues mamá, mira ese chico sentado en la calle pidiendo sonrisas y no dinero, acaba de apuntar la mía. No puedo parar de sonreírle. Le doy las sonrisas que quiera, un par de monedas y, de paso, me cago un poco en el gobierno- Respondo.
Día 1.
12. En punto. Estamos sobrevolando la tierra sin la compañía de ninguna nube con el sol justo arriba, un nigga que ya conoce el cielo y un niño que está durmiendo sin saber si está viviendo o soñando y, por supuesto, en mis cascos no para de sonar reggae, bendita música.
-Nere, déjame tocarte el corazón a ver como late. Me dice mi hermana.

-Zoe, mi corazón se quedó en Galicia, en cambio, el de papá ya está en Edimburgo, no para de hablar de lo que van a ver sus ojos. No va a ser un viaje bonito, va a ser una preciosa experiencia y, como siempre, con la familia, que no entiende de muertes.
13:45. Las nubes nos están abandonando, o más bien al revés. Es momento de encender la música en esta gran bajada llena de curvas. Está sonando Lana del Rey aleatoriamente y su canción dice asi: Kiss Me hard before you go… Existe algo de tristeza en este verano. Pero llega Bobby y me abraza.

18. En punto. Estamos viendo un castillo a lo lejos sobre miles de rocas en una costa aparentemente gallega. Si, es Edimburgo. Parece que la morriña no es tan grande.

Edimburgo es la película de miedo que aún nadie ha escrito. Y me encantan las películas de miedo. Todo es tenebroso, tétrico, mágicamente terrorífico. Aquí los cementerios están abiertos las 24 horas del día pues es tradición celta y cerrarlos iplicaría darle una patada a su Historia y las iglesias son grandes pistas de baile en las que la música va rebotando por todos sus arcos.

Día 4.

12. En punto. Llevo sacadas exactamente 780 fotos. Una imagen vale más que mil palabras aunque esas mil palabras las esté escribiendo. Han pasado 3 días desde que escribí por última vez, no tuve tiempo de hacerlo pues todos mis minutos se basaron en observar y sentir, observar y sentir. Hay una frase de Ernesto Guevara que dice: »hay que endurecerse sin perder jamás la ternura». Es una frase que identifiqué siempre con los gallegos: aparentemente tenemo corazón de piedra pero nuestra alma celta nos rescata. Es bonito sentir que los escoceses también son así. No le tienen miedo a la muerte porque para ellos la muerte es una nueva vida.

Pero también tiene su parte macabra para aquellos que odien el mundo oscuro. Es la única ciudad del mundo en la que puedes estudiar una carrera de demonologia, de exorcismo y de necropsia. Llamadme loca pero he conocido más partes de mi gracias a todo esto. Cada vez le temo menos a la muerte. Cada vez soy más celta.

13. En punto. Hay una colina, en la que estoy ahora mismo, que en el siglo XVII se hacía llamar la montaña negra; bajo mis pies han muertos más de 6.500 mujeres quemadas reconocidas como brujas por el rey Jaime I. Cuentan que sus almas siguen vagando por la ciudad, claro, dentro de la gente que cree en ellas. No pueden estar muertas si nunca han sido olvidadas.

Desde la colina se ve un gran obelisco en medio de uno de los muchos cementerios que hay en esta ciudad. Para los que no sepáis que simboliza, es un monumento que le debemos a los egipcios, representa el inicio de la vida, la montaña inicial que lo ha creado todo. El magnífico Hume, uno de los padres del empirismo yace junto a ella lleno de razón. También Adam Smith, creador del capitalismo.

16. En punto. Sin duda, el cementerio que más me impactó fue el cementerio de Greyfriars, lleno de mausoleos, abiertos todos ellos menos uno.

En una de las muchas batallas entre Inglaterra y Escocia, un tal Mackancy, mano derecha del rey, fue el responsable del primer Holocausto de la historia. El único mausoleo que no se puede visitar es el suyo. Si le preguntais a cualquier ciudadano os podrá contar varias historias acerca de su vida en la muerte pues hoy en día continua apareciendo para sorprender con su mente diabólica. Le he ido a hacer una visita pero no estaba en casa…o eso creo.
¿Sabéis como se hacen llamar los escoceses? Unicornios pues es el único animal del edén que ha sido capaz de permanecer indomable. También son indomables los acantilados que se alzan a los extremos de la ciudad. Hemos recorrido parte de una gran colina y he tenido varios dejá vus. Ahora si que echo de menos Galicia, aunque antes también. Las vistas desde aquí son preciosas y el entorno también lo es, es una pena que los momentos bonitos pasen tan rápido aunque me han dicho las estrellas que los fugaces somos nosotros.

Día 5.

18. En punto. Hoy he conocido otro de los lugares donde podría quedarme a vivir. Lo llaman la piscina de las hadas, un nombre perfecto para semejante lugar. Allí podría ir cada vez que me faltara el aire, cada vez que tuviera morriña por alguien. Es una enorme montaña decorada por grandes cascadas de agua tan transparente que se pueden ver las piedras de lo más profundo del río. Las flores parecen haber sido plantadas por pequeñas campanillas y el ambiente que se vive es precioso.

7. En punto. No os lo he dicho pero hoy era el último día. Ya estoy en el avión y estoy viendo amanecer. La luna ha estado toda la noche esperando a su querido sol y ahora el sol nos da los buenos días. No le he tenido miedo al despegue como me pasa siempre, en Galicia me está esperando lo mejor, como siempre.
»No hay mejor sentimiento que la morriña ni mejor recuerdo que la memoria».

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