Clamor de nostalgia, apatía y añoranza

Clamor de nostalgia, apatía y añoranza

Pena
Sé que apena la pena de ser humano,
clava una estaca en su pecho y la clava
profundamente, donde su punta excava
en la pena dormida su lecho mundano.

Lo que es pena del joven y del anciano
susurraba en mi oído veneno y daba
por sentada una misión que comenzaba
donde acaba lo humanamente sano.

Pena, el no poder hablar de la pena
de no poder sentir la pena porque ya
no queda pena, ni risa ni escalofrío.

Y si la pena regresa en su voz plena
no será pequeño el paso que yo he de dar
sabiendo que sintiendo, vuelvo a ser mío.

Infancia
Toma la infancia que yace dormida
bajo capas de agujas agotadas,
y enterrada en el tiempo que es morada
súbitamente será recogida,
pudieres entonces cerrar su herida
y liberar al niño prisionero,
curado de la ausencia del esmero
que le faltó para hallar la salida.

No recuerdas el dibujo del bueno
ni menos el contexto de un pasado,
donde el mayor alegró lo contado
y bendijo al solitario con su seno,
mas no comprendes al niño sereno
que sigue solo en el cajón adulto,
mientras solloza latente y oculto
contemplando envejecer al ajeno.

Compañera
Cuando marche yo, ¿estarás aún aquí?.
Cuando ya te vayas, ¿seguirás siendo tú?.
Y cuando marche el sol,
¿entregarías tus ojos ciegos por mí?.

Nuestro cielo se apaga quedando sin luz,
el reloj olvidará que fuimos y fui.
¡Cuánto sembrado contigo, cuánto por ti!.
Cuántos años santos clavados en la cruz.

Apoyamos las cabezas en tu pecho,
sentía el calor de tenernos a salvo.
Viste mis ojos húmedos por el llanto
y en ellos se reflejaron tus adentros.

Te escribo en la brecha de los tiempos negros
anhelando la salvación de tu mano.
Te escribo yo, compañera de lo malo,
compañía por los años,
y causante de lo escaso que hay de bueno.

Blanco neutro
El indicio de culpa inexistente
profesa una voz silenciada frente al mar.
Recuerda historias que olvidó este lugar
y su tez se le atisba indiferente.

El sol abandona a los omniscientes
trayendo noche al espíritu mortal.
La siguen las compañeras de la edad
-la calma y la nostalgia permanente-.

El eco de las caracolas miente,
pues no hubo nunca recuerdo con hogar.
Y el vano presente cuenta la verdad
-no queda ya hogar para este vidente-.

Condenado al blanco neutro constante,
el olvido es la posesión preciada.
Maestro del orden y la enseñanza
gana discípulos de ahora y de antes.

Los susurros de mareas cambiantes
arrastran indecisiones calladas.
Volver, no volver, perdonar las ganas,
ansias de volver sin volver a verse.

A través de este camino distante
ves una vida erróneamente guiada.
Los años dejaron caer la nada
-resbaló por dentro del visitante-.

Sucumbe la apatía contra el tiempo
y el dolor del silencio ajeno existe.
La derrota del corazón redime
al valor de la constancia del cuerpo.

Incapaz de amar aquellos momentos
es la pena muda que lo persigue.
Ha llegado el día del que se rinde
y una mirada ha lanzado a los cielos.

Jamás sintió que realmente había vuelto.
La niebla, el mar, rocas, salitre.
El indiferente de los tonos grises
-colores carentes de sentimiento-.

Verdugo
Soy verdugo por hallar al verdugo
que castiga a la nada por ser nada,
olvidando que sangro mientras busco
sudando sangre de búsqueda anciana.

Soy verdugo sin nombre de verdugo
y quiero tener nombre de esperanza.
Sangro dolores que al mundo le duelen,
común por buscarle un nombre al mañana.

Soy verdugo por buscar al verdugo
que ejecute a las ansias de un ser malo.
Perderé las batallas por veintiuno
mientras me entrego al mal de derrotados.

Soy el pésimo de todos los verdugos
siendo el más benevolente del plano.
Me siento tan solo siendo ninguno
y no siento las ganas de ser algo.

Espera
La carne que se aleja de la carne
y el suicidio de la clepsidra fina
carcomen mis interiores sin darme
la tregua que la conciencia suplica.
Más se aleja la premisa de buscarme
cuando la soga del tiempo lo hostiga.
La demencial respuesta de tu seso,
causante de nuestro juzgar adverso.

Carezco de los límites de honrarte,
¿o acaso es muy tenaz mi disciplina?,
la ambigüedad que emana tu arte,
¿cuántos versos míos la determinan?.
He sido el heraldo del esperarte
en forma de satisfacción concluida.
Días sin contemplarte, secos de nuevo,
me hicieron más triste y menos longevo.

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