Mañana fría de abril
inundada por tu olor a bebé.
Tan solo un suspiro bastó
para que poblara el dolor.
Intentamos no llorar
al abrazar a tu mamá,
que buscaba tus manitos tibias
sin comprender que tu cuna
quedaba vacía.
El cielo se oscureció y
perdidos en el dolor
nuestro tiempo se detuvo.
Nuestro consuelo fue tu nombre,
aquel que tu madre lloró
pequeña Nazú.
Y entonces, el dolor se transformó
en el rostro de una niña
que desde el cielo nos sonríe
y acaricia en las suaves brisas.
Abril tiene tu aroma,
ese suave perfume a bebé.
Y nuestro corazón tiene tu nombre
pequeño ángel Nazú.
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