-¡¡¡Herald!!!-gritó desesperado Will.

La fuerte lluvia colisionaba contra su rostro. Nunca había visto tormenta de tal magnitud, parecía un castigo del mismísimo Dios.

-¿A dónde vamos?-titubeó el muchacho, con la mirada dirigida al suelo.

-¿A caso eso importa, chico?-respondió Herald mientras luchaba contra la monstruosa fuerza de la tormenta.

-¡Pero no podemos dejar todo atrás!No podemos olvidarnos de todos…

-En momentos como este solo queda una dirección,¡y no es otra que adelante!

-No…No puedo hacerlo-golpeó con fuerza el suelo encharcado-. Soy débil, no soy tan fuerte como tú-dijo mientras dejaba caer una lagrima.

-Will… ¡Es precisamente aquí donde se separan los valientes de los cobardes!¡Los rotos de los que buscan recomponerse, los sueños de la desesperación! Aquellos que alcanzan el cielo y los que se quedan en tierra firme…¡Y me niego a ver las estrellas desde el suelo!

-Pero… ¿y si fallamos?

-¡Já!-rió el viejo Herald-. Pues tendremos una historia digna de contar…

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