Carta a mi Catita ausente

Carta a mi Catita ausente

Josué Mares

09/08/2019

Acláreme, mujer, una duda

que ya sabe que la aprecio

y que aunque sea todo un reto

descifrarle quiero

tanto en sus misterios como en sus simplezas

porque amarle no me cuesta

pero el entenderla difícil hace que me sea.

Quisiera ahorrarle, mi estimada, las molestias

y no venirle con preguntas insistentes

pero prometí no dar lugar al silencio

en vista de lo dicho por usted,

sobre eso de que bien le hago y que me quiere

y en consecuencia con lo que yo mismo quiero (a usted)

y porque falta me hace y ayudarle quiero

a transitar por los caminos malos;

que todos suelen serlo.

Me disculpo de antemano, mi señora

si es que siente que no capto sus mensajes

y si forzada se siente

a decir con palabras

lo que debería asumirlo mi buen entendimiento

pero convengamos que, aunque empeño le pongo,

eso no lo tengo

y si dibujarme puede algún bosquejo

explicándome sus sentimientos

bien me vendría en estos momentos.

Siendo yo un ser pensante

y no necesariamente uno bueno

y siendo hombre con dudas

me cuestiono que en sus tiempos

un minuto no le quede

para decirme que sigue estando

que todavía estamos y avanzamos

hacia donde sea que nos hayamos estado dirigiendo

y es que pensar que ya no estamos

y que ya no avanzamos

no quiero ni asumirlo ni aceptarlo.

Tal vez se ha cansado, bella dama, de sentir que la persigo

con mis cartas de noche y mis preguntas de día.

Tal vez mis pianos han dejado de parecerle armoniosos,

que de talento carezco.

Tal vez no quiere atenciones de un ser lejano

que al final del día de nada le valen.

Los tal veces son tristes cuando cae la noche

y también cuando nace el alba

pero más tristes son las dudas inconfesas

que ahogados nos dejan

en la incertidumbre y en sus penas.

Respóndame entonces usted,

se lo pido con franqueza

las preguntas que me inquietan y me quitan la cabeza.

¿Me ama usted todavía?

¿Ha sido su existencia más que un sueño dulce

que feliz me ha hecho

desde el corazón hasta la boca?

¿Se siente implicada en este lío

que aún con lo difícil

me parece algo tan lindo?

¿He estado, mi querida, amando solo

interpretando sus sentimientos bajo mi propia perspectiva y solo por mi acomodo?

Las indirectas me confunden

porque creo aún en las palabras

pero firme me pongo para expresarle

(y honestamente espero equivocarme)

que sus señales,

al amor que me ha profesado,

en gran parte contradicen.

Y no vengo yo a exigir ningún tipo de explicación,

porque no tengo derechos ni quiero imponerle presión.

Pero mi corazón se ha involucrado y mi amor le pertenece

Y necesito saber, si es que ambas cosas usted quiere.

Si ha perdido las fuerzas

y se ha entregado a la soledad por un momento,

nada puedo decir más que lo respeto

porque aunque quisiera ofrecerle mis brazos por refugio

hacerlo hoy mismo no puedo.

Pero sepa usted, mi señora,

que de todo corazón yo la quiero.

En tal caso le aconsejo, jovencita,

que no cargue con tanto peso

y que se desahogue con alguien que la ame;

Yo mismo a usted me ofrezco.

No olvide que sigue cerca de los treinta

y que toda una vida por delante tiene

y si ayuda necesita

acompañarla para siempre sería para mi una gran dicha.

Ni se le ocurra a usted pensar que me agobia

cuando la tristeza la busca

o le vienen los problemas.

Lo único que me pesa son los silencios

y aunque solo quejarse quiera dadas las circunstancias,

mientras no me deje aparte

eso a mi me basta.

Aunque débil le parezca

y en desventaja quede yo al abrirle mi corazón

sin ocultar la fragilidad que el hacerlo conlleva

le diré sin miedos que la amo.

Le he dicho que soy suyo

y cada tanto miro el móvil

esperando una palabra que acuse que me piensa

que me estima

y que de verdad me quiere cerca.

Y no quiero ofenderla cuestionando sus palabras

pero lo quiero todo con usted

y me impone inseguridad esta distancia.

El amor puro no se mide

y cuando busca siempre encuentra;

quiero encontrar una sonrisa en sus ojos

y un te amo en sus labios.

Si en este amor de locos me he quedado solo

no me deje en la espera.

Considere que usted es mi tesoro

y no la abandonaré por mi propia cuenta,

y no es por falta de fuerzas

sino porque he visto su belleza

y no he visto otra cosa en la tierra que tanto se me apetezca.

Si usted quiere que me marche

tendrá que decirlo.

Si quiere que me quede,

me bastarán pequeños mimos.

Si la he cansado,

bienvenida al universo.

Si me necesita,

estoy dispuesto a ayudarla en todo lo que pida.

Si le teme a lo que pase mientras pase el tiempo,

esto le ofrezco:

si me ama usted y quiere que la espere

lo haré por toda la vida.

Habrá comprendido

al leer esta letras

que no soy poeta

y que estas formas de escritura me cuestan

pero quería usar un método

que tan ajeno ya no me suena,

para presentarle mis preguntas;

eso sí que es algo muy mío.

Las dudas son mi norma

y las preguntas directas

aunque molestas,

para entender las cosas es mi forma.

Si la he defraudado me disculpo.

Esto es un nuevo grito, que dice

¡Para usted sigo estando!

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