tenía un poco más de treinta años
y acababa de volver del exilio autoimpuesto
cuando me reencontré con el viejo
*
me estaba costando conseguir un trabajo oportuno
y mi viejo necesitaba ayuda porque el trabajo
se le hacía más duro con cada cosecha que recogía
*
no teníamos muchas alternativas
aunque nos desconcertara
tenernos como compañeros de tareas
*
yo había tenido muchos trabajos
y había perdido la mayoría
*
todavía me costaba un poco
entender mi relación con el trabajo
*
él había nacido trabajando en la finca de su viejo
y no había hecho otra cosa más que labrar
esa tierra durante más de cuarenta años
*
sobre esa tierra, un día, creí poder entender
mi relación con el trabajo y lo que me pasaba
*
algunos de los inconvenientes que tenía eran: no creer en el trabajo,
confundir la repulsión con el desgano,
y que se me hacía difícil llevarlo con naturalidad
(y decirlo sin culpa)
*
aunque había intentado con todas mis fuerzas
ser un trabajador pragmático y optimista
para cumplir con las labores con alegría,
apenas había logrado ser etiquetado como eficaz
*
solía tener un pensamiento recurrente
cuando el que el viejo y yo parábamos
en el restaurante que está en la estación de servicio de la 40
*
mientras comíamos el menú del día:
sentía que tenía que decirle algo y no me atrevía
*
era difícil decirle al viejo,
un tipo que ha dejado el sesenta por ciento de sus horas
y el cuarenta por ciento de su salud haciendo su trabajo,
lo que pensaba sobre eso
*
sentía que no podía mirarlo a los ojos
mirar esas manos que descansaban sobre la mesa
con sus cientos de heridas cicatrizadas
y simplemente decir: no creo en el trabajo
*
soltar esa frase queriendo decir en realidad
que no creía en el trabajo duro
*
que no creía en valores añejos
como el Sacrificio, la Hombría o el Deber
que no creía en Dios, en la Bandera,
en casi ninguno de los sustantivos que empezaban con mayúsculas
ni en las miradas que me devolvían los Héroes
de las fotos que empapelaban las paredes de su casa
*
aunque estaba tan nervioso como
en un primer día de trabajo
lo decía de una vez, que para eso
existe la libertad de pensamiento
*
el viejo me observaba por un rato
después miraba hacia la ventana
y sus ojos se perdían en los viñedos
*
le daba un sorbo a su vaso de vino,
me miraba a los ojos y decía:
nosotros trabajamos porque nos entretiene,
la rutina nos da placer
nos da acceso a pequeños y estúpidos deleites nocturnos
*
nosotros inventamos la felicidad
*
ustedes, en cambio, están dispuestos
a malgastar sus vidas haciendo cosas inútiles
*
me gustaría que algún día pensaras
en la posibilidad de que seamos
las dos caras de una misma moneda
*
y de que esa moneda
se llame nihilismo
* * * * *
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