¿Que es la justicia? Si no te importa, tomaré un poco de tu tiempo para contarte esta historia. No es mi responsabilidad si crees en ella o no, simplemente soy quién informa al resto.
No muy lejos de aquí (no importa donde vivas, es un decir), cierto pueblo se encontraba en la mayor de las miserias. No era un lugar muy cercano a lo que llamamos «avanzado tecnológicamente», un lugar donde las noticias parecieran llegar de otro mundo o simplemente no llegar. La tierra del «hombre inferior», inferior a los nacidos en familias de ciudad y con dinero, inferior a todo aquel que se puede permitir un baño una vez al día y comida sus respectivas tres veces.
Dentro de esta tierra se encontraban los llamados Corazones, un grupo de bandidos que una vez cada cuando les diera la gana saqueaban casas cualquiera de las ciudades y llevaban bienes a los pobladores de estas tierras. Por supuesto que esto no sería sabido por las autoridades hasta bastante después.
Seguramente te dirás, «Hey, me habían dicho que ésta sería una historia del trabajo» o algo por el estilo, pero no olvidemos lo básico, esta es una historia, y muchas veces estas no te aclaran lo esencial hasta el final. Con esto dicho, seguiré narrando.
Dentro de este grupo había, por supuesto, un líder, llamado #¢∆$ (He decidido omitir su nombre en honor a su privacidad) quien algunos dicen tenía los brazos amputados, otros decían que no tenía ni ojos ni orejas, pero yo lo conocí y no era más que otro hombre. Los Corazones eran en su mayoría (a decir verdad todos, pero sonaba mejor de esa forma) nacidos dentro de esa escala de la sociedad.
Esta «organización» pudo sobrevivir veintiséis años sin que las autoridades supieran siquiera que eran un grupo de bandidos. Claro, hasta que un oficial llamado £π¶× (así es, me gusta omitir cosas) a quien llamaremos oso polar, decidió realizar unas cuantas investigaciones, siguiendo el rastro de los Corazones hasta que llegó a aquellas tierras de nadie.
Oso polar descubrió quienes eran los responsables de los robos, ahora solo faltaba atraparlos. Los más creativos dicen que la persecución se extendió desde dichas tierras a Egipto, de Egipto a México, de México a China, de China a España y así hasta dichas tierras nuevamente, seguramente historias contadas por turistas exagerados en busca de atención, pero de todas formas nadie jamás escuchó acerca de dicho pueblo por lo que los rumores poco duraron y de todas maneras, muy bien sé que la persecución sólo fué extensa porque aquellos bandidos vivían lejos del pueblo.
Pero sí, fué una extensa persecución la que dió Oso polar a aquellos que osaban perturbar la vida de los ciudadanos. Y cuando finalmente los atrapó y llevó a la justicia, fueron condenados a pena de muerte, en voz del jurado: «Llevan más de dos décadas robando, no pueden ser perdonados». También fué completamente ignorado el deplorable estado del pueblo de donde provenían.
Pasaron varios meses hasta que llegó ese día, afortunadamente la silla eléctrica no se usa desde hace bastante tiempo, pero por mucho que la inyección letal sea menos brutal, tras la muerte lo único que habrá será nada.
El líder de los Corazones fué el primero en irse a la nada, no sin anteriormente haber dicho sus últimas palabras. Estas solo fueron escuchadas por un grupo muy pequeño de personas entre las cuales no había nadie cercano a él, aunque esto no impidió que hablara. Por supuesto yo no me encontraba dentro de ese pequeño grupo, pero he logrado saber que fué lo que dijo, algo así:
«Somos la esperanza de esas personas. Hemos vivido en las sobras de aquellos que ni siquiera son capaces de apartar un poco la vista para revisar lo que los rodea. Lo único que nos pertenece son nuestros corazones.
Luego les tocó a los demás.
La historia de la organización que se hacía llamar los Corazones terminaría siendo nada más que un pequeño archivo de media página guardado en el fondo de algún cajón. Nadie recordaría ni su existencia ni nada que los relacionara. No fué publicado jamás en algún diario, simplemente para todos los que no fueran su cierto pueblo, sería un acontecimiento que nunca sucedió.
Y así es como concluye mi relato, la verdad es que tras unos años de haber ocurrido esto, fuí a dicho lugar por curiosidad, después de todo se mantenían gracias a los crímenes de los bandidos. Y para mi sorpresa dicho lugar ya no existía, no es como si el lugar estuviese lleno de cadáveres de desnutridos, simplemente había sido abandonado. A las afueras del pueblo se encontraban decenas de túmulos…
Talvez ya lo hayas deducido (o no, la verdad me da igual), pero yo soy Oso polar, aquel oficial que persiguió y condenó a aquellos «aprendices» de Robin Hood.
Durante el relato me tome la libertad de omitir nombres (de lugares y personas), fechas o detalles de esta misma, pero ¿Acaso eso en verdad debe importar a la hora de creer o no en ella? Ya dije anteriormente, me da igual si me crees o no, yo soy sólo quien narra la historia.
Hace mucho creía en la justicia absoluta, la que me llevó a hacer muchas cosas que preferiblemente se irán conmigo a la tumba.
Está fue mi historia del trabajo, ciertamente suena poco creíble, pero al menos pudiste distraerte un poco. Creo que lo último que puedo decir en caso de que te hayas aburrido con mi historia, es que de todas formas no podré contar otra, pues hace mucho tiempo que dejé de trabajar. Y con todo lo dicho ya dicho, espero que les haya gustado, la historia de cómo condené a unos bastardos por sobrevivir y a un pueblo por no poseer la fuerza para sobrevivir. Ahora es cuando me pregunto: ¿Existe la justicia?
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