Emilia Pardo estaba profundamente dormida cuando el reloj sonó despertándola bruscamente. Era demasiado temprano para dejar la tibieza de la cama.
Todos los días Emilia encendía la radio para escuchar música. Esta rutina reemplazaba a aquella en la que el reloj la despertaba para ir a trabajar.
Una canción movilizó sus emociones y apareció en ella el deseo de volver atrás en el tiempo, rememorando historias que tocaron su corazón.
Hoy era un día muy especial, Emilia celebraba su cumpleaños número setenta. Había quedado viuda hace más de diez años y su única hija estaba radicada en Francia.
Ella se había desempeñado como Trabajadora Social en los equipos de orientación escolar de las escuelas de su pueblo. Se había capacitado para eso y afrontaba diariamente situaciones complejas en cada una de las jornadas de trabajo.
Emilia sin ser demasiado nostálgica, era feliz recordando viejos tiempos. Frecuentemente rememoraba los buenos momentos pasados ya que estos formaban parte de su imaginario. Para ella eran importantes porque habían marcado su manera de ser en el presente.
¡Qué valioso había sido trabajar! y ¡cuánto había aprendido de los otros!
Hoy, luego de tan largo recorrido, sabía que ningún poder de la tierra podría arrancarle lo que había vivido. Todos y cada uno de los momentos de su vida laboral la contactaron con el dolor humano, desgarrando su alma junto a otros.
Emilia se preparaba a desayunar cuando su teléfono comenzó a sonar. Era Ema una de sus amigas, que la invitaba a desayunar en una confitería de la zona. Emilia feliz por la invitación se alistó, salió de su casa y comenzó a caminar. Al llegar a la esquina una muchacha avanzaba en sentido contrario,… Fue grande la sorpresa de ambas, se conocían…Emilia se detuvo y dijo
E- Acaso sos Romina Giuliano.
R- ¡Emilia que alegría verla!
Una hermosa sonrisa se dibujó en el rostro de la joven y extendiendo sus brazos envolvió a Emilia, diciendo… Si soy Romina… ¡esa misma!
E- ¡Que alegría encontrarte…Cuánto hace que no nos veíamos!
R-.Egresé de la escuela donde usted trabajaba como como Asistente Social, hace seis años,
E-Si fuiste del grupo de estudiantes que egresaron en el año 2013. ¡Qué bien se te ve!
R-Emilia me gustaría charlar con Ud. ¿dispone de tiempo para hacerlo?
E- Caminaba rumbo a la Confitería “El Sol” a metros de acá, en un rato, tengo que encontrarme con algunas amigas. ¿Queres acompañarme mientras las espero?
R- Sí vamos.
Romina tomó del brazo a Emilia y comenzaron a caminar juntas. Ambas lo hacían en silencio. La emoción del encuentro las invadía.
Emilia pensaba en esta joven y al hacerlo se desgranaban las imágenes de su mundo laboral, ese espacio de su vida en el cual había logrado su propia realización personal.
Recordaba con precisión el motivo por el cual Romina había recurrido a ella en busca de ayuda, cuando cursaba el secundario.
Muy pronto llegaron a la confitería. Juntas eligieron un lugar para sentarse. Romina observaba silenciosamente a Emilia y finalmente habló
R- Cuanto tiempo que no nos veíamos…y cuanto tengo para contarle Emilia.
E- Sí dejé una joven de 16 años y me encuentro con toda una mujer. ¿Qué es de tu vida Romi?
R- Egresé del secundario y me fui a vivir a Chile. Me invitó una amiga y nos fuimos juntas para allá.
E- ¿Qué hiciste allá?
R- Terminé de estudiar Trabajo Social, sólo me falta hacer la Tesis.
E- ¿Te vas a quedar en Chile?
R- No lo tengo definido. Ud. sabe lo complicada que fue mi vida con mi familia.
E- Sí. Lo recuerdo perfectamente. ¿Contame, como siguió eso?
El mozo interrumpió el diálogo para levantar el pedido.
Emilia la recordaba como una niña de corazón humilde, muy decidida a romper barreras, dispuesta a vencer obstáculos. Pensaba en ese día que Romina había llegado al Gabinete de Orientación Escolar relatando su situación…y ahora sería colega.
Romina recordaba aquel momento en que había pedido ayuda y Emilia la había escuchado. Muy decidida retomó la charla. .
R- Ud. Fue para mí una persona muy importante. Creo que el trabajo que hizo conmigo me fortaleció. Yo necesitaba alguien a quien admirar, alguien que me sirviera de referente y Ud. lo fue, porque estuvo cerca mío cuando más la necesitaba.
E- Bueno…si te sirvió…me siento feliz. ¿Cómo estás vos con tu familia?
R- Cuando estaba en el último año de la escuela, papá falleció y mamá se radicó en EEUU con su pareja. Siempre fue muy abandónica y Ud. sabe que esa apatía influyó en mí. Nunca se interesó en lo que me pasaba. Usted estuvo muy presente en mi adolescencia. Fue para mí, de esas personas que aparecen en la vida de otros, como traídos en el momento adecuado. Fue un soplo de aire fresco que reconfortó mi mente, se instaló en mi corazón casi sin darle permiso. Fue mi referente.
E- Vos eras muy especial Romina. En el equipo escuchamos tu relato y lo tratamos interdisciplinariamente. Siempre traté de envolverte con estímulos positivos.
R- Si… Usted dejó marcas en mí… Fíjese que estudié Trabajo Social…porque quiero hacer lo mismo que Usted hacía.
E- Suele decirse que hay presencias irrepetibles a lo largo de nuestra vida, personas que dejan huellas y vos fuiste una esas alumnas. Vos como Trabajadora Social te vas a ocupar de los problemas de otros, vas a ser con ellos la artesana del amor sincero.
R- Si Emilia, Usted fue esto para mí.
Ambas se habían emocionado.
Emilia dirigiéndose a Romina retomó la conversación diciendo
E- En breve tendré que dejarte, porque están llegando mis amigas, pero te invito a encontrarnos nuevamente.
R- Si es mi deseo.
Ambas se despidieron con el firme propósito de concretar el encuentro prometido.
La historia de Romina había quedado impregnada en el alma de Emilia, como la de otros jóvenes que pasaron por su vida. Sus palabras le habían acariciado el alma, encendiendo emociones insospechadas.
Eso había sido su trabajo, un bálsamo en su vida.
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