. Mañanita:

Miraba la guitarra en la otra punta de la habitación pidiéndome que bailemos un rato, que hagamos el amor o que simplemente inventemos la canción favorita de alguien. Perdía los ojos en sus cuerdas. Pedía que la toque.

Prendía la cocina, el fuego le hacía cosquillas a la pava y yo agarraba la yerba del mate que dejé secando el día anterior en el sol. Era muy temprano para que la música matara al silencio, por lo que me permití charlarme un rato e imaginarme qué hubiese pasado si le hubiera hecho caso a mamá, si siguiera en la facu, si no leía a Cortázar y no elegía esta ingrata carrera. Si tomaba otro de mis sueños; la música, el ajedrez, el boxeo. El agua comenzó a huir de la pava y pensé, qué injusto es el tiempo que nos da la cocina para filosofar ,como los caracteres que nos da esta página para construir una bonita historia, como el tiempo que nos da la vida para cumplir nuestros sueños.

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