Plan: salir para quién sabe cuándo volver. No importa tanto cuán lejos sea, mas por cuánto tiempo.
Lo decretaría el camino. Como cada paso. Como cada decisión.
Propósito: viajar sin prisas. Sentir que respirar no es ya más importante que la vivencia misma de cada sensación. Que el latir del corazón amenazaría con detenerse de no alimentarse de ellas.
Avanzar, sin más billete de vuelta que la supervivencia a los miedos; a los obstáculos; al tiempo…
El camino dispondrá todo.
Y decidirá después.
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