Qué suerte la mía. Sábado de guardia y no podía ser tranquilo, qué va. Ha habido un ingreso y es un jodido terrorista.

Con esto de la política de dispersión, los traen a las provinciales, así, sin libro de instrucciones ni nada. Con lo a gusto que estábamos con los manguis de medio pelo, estafaabuelas y drogatas. Bueno sí, también asesinos y violadores, pero a esos ya les tengo cogido el punto.

A ver por donde les entro a estos. Que les vendamos la moto de la reinserción dicen. Pues me pilla con la varita mágica descargada. El susodicho lleva más de veinte años en primer grado, con una hora de patio al día y se creen que por limpiarle las sanciones, subirle a segundo grado y soltarle con los presos comunes, se va a cagar y tragar lo que le echen.

Este viene cagao de casa. Con la cartilla bien leída por la patronal y sus esbirros leguleyos. Que no compra, que lo digo yo, o si no, al tiempo.

Pues hala nena, a la tarea. Vístete de comercial vendemotos y para dentro. Que seguro que es muy simpático y encantador.

Lo traen al despacho pero he de verle a solas por lo del secreto profesional. Qué bien, más íntimo.

Una vez que apreté el botón del pánico porque estaba con un preso y la puerta no se abría, nadie vino al rescate. Tuvo que ser un caco que pasaba por allí, el que dio el aviso al oír mis gritos. Así que mejor no pensarlo y al lío.

Encima debemos identificarnos para que les sea más fácil encontrarnos. Sé que no se va a chivar, así que esta vez no me apetece.

—Buenos días. Tome asiento por favor. Soy la técnico de guardia y debo pasarle el formulario de ingreso.

Mirada indiferente y silencio. Tengo su nombre y apellidos, ahí va lo demás.

— Me dice su fecha y lugar de nacimiento por favor.

Mira que calladito es. Será tímido. Hasta que rompamos el hielo.

— ¿Estado civil?

— ¿Profesión? — ¡Ja con la pregunta!

—No se moleste en seguir, no le voy a contestar.

¡Pero si sabe hablar!

—Entonces de firmar el cuestionario ni hablamos, ¿no?

Me acaba de fulminar con su mirada. Toy mueta. Por lo menos he captado su atención.

—Son datos objetivos, no le comprometen a nada.

—No es por lo que pregunta, sino por lo que usted representa.

Que no le he gustado. Vaya disgusto. Me voy a hacer la tonta a ver qué pasa.

— ¿Por lo que represento?

—El sistema. Usted habla por boca de un sistema que yo no reconozco. Por eso no responderé a nada, ni firmaré nada que me presenten.

Pero sí nos podéis secuestrar, arreglar los bajos del coche y enviar libros con sorpresa para que nuestras madres salten por los aires.

¡Pedazo de cabrones! Que aporreáis la puerta del chabolo cada vez que segáis una vida.

—Está bien, lo dejamos aquí entonces. Sólo cumplo con mi trabajo. Usted es libre— ¡Toma! — de hacer lo que considere oportuno. Se le designará un profesional que atenderá sus demandas. Si precisa contactar con nuestro departamento, haga una instancia solicitándolo. Puede salir.

¡Joder! No me da tiempo a tragar tanta bilis. Se me sale por la boca y tengo que vomitar toda esta impotencia.

No debo sentir miedo, no me lo puedo permitir.

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