«Se necesita auxiliar administrativo» rezaba el anuncio del periódico.

La entrevista tuvo lugar en el mismo local, en un despacho destartalado lleno de carpetas y papeles que me dieron la impresión de que en efecto, necesitaban urgentemente alguien que organizara todo aquello. La jefa me explicó la naturaleza del trabajo ofertado.

—Contestar llamadas y hacer que se alarguen lo máximo posible, eso es lo importante. No dejar escapar ninguna. Casi todas serán consultas de tarot, encontrarás una baraja española en tu puesto. Baraja las cartas de manera que el cliente te oiga, a partir de ahí haz preguntas, averígua qué quiere oír y díselo. No prometas nada, ni garantices ni asegures y no digas nada deprimente. También hay llamadas de tipo dónde está la farmacia de guardia mas cercana, para eso está el ordenador de la sala, busca lo que necesites y transmite la información al cliente. Sin prisa pero sin pausa. Ah, y de cuando en cuando recibirás alguna llamada de corte erótico, lo mismo, sigue el rollo al cliente y haz que la llamada dure todo lo posible. El horario es de doce de la noche a ocho de la mañana, una noche libre a la semana, que en realidad son dos días porque sales hoy a las ocho y no entras de nuevo a trabajar hasta mañana por la noche. ¿Alguna pregunta?

Hablaba muy rápido y yo no soy de preguntar. Negué con la cabeza.

—Empiezas esta noche. Ven pronto para que las chicas te expliquen cómo funciona todo. No salgas de casa con la hora justa, en este barrio se aparca fatal.

Volví por la noche a las once y media. Al entrar vi que la jefa en su despacho me hacía un gesto de saludo con las cejas, estaba con un hombre que se giró para mirarme y salió a mi encuentro.

Soy Manuel, estaré aquí toda la noche, si tienes alguna pregunta. En tu puesto hay una hoja con información sobre protocolos para cada tipo de llamada. También hay un bloc y un boli para que apuntes a qué hora empieza y acaba cada llamada. Si sales a fumar no olvides llevarte el inalámbrico y marcar desvío y cinco. Las chicas te ayudarán en lo que necesites. ¿Alguna pregunta?

Negué de nuevo con la cabeza, mientras él señalaba el camino hacia la puerta. Cuando entré en la sala me sorprendió el ruido que había dentro y que desde fuera era inapreciable. Había cinco chicas, dos a mi izquierda, dos de frente y una a mi derecha. Todas de espaldas entre sí. Un ordenador en la esquina derecha y dos monitores de televisión por encima de la puerta. Me dirigí a la silla vacía que vi a mi derecha y me senté a ojear el protocolo de llamadas y a escuchar el sonido de mi nuevo trabajo. Dos de las chicas hablaban tranquilamente por teléfono, otra leía un libro medio recostada en su silla y las otras dos gemían y chillaban como si fueran las protagonistas en una película porno telefónica. Mi compañera de puesto se golpeaba la cara interna de la muñeca con la palma de la otra mano mientras gritaba con voz entrecortada: «¡¡¡Sí papito, dame mas, mas fuerte, sí!!! Cuando dejó de golpearse, guiñándome el ojo me hizo un gesto de «dame un minutito y estoy contigo» con la mano.

Mi cara debía ser un poema porque cuando acabó su llamada me preguntó preocupada si estaba bien. Asentí muda. Mientras ella despedía su llamada, me detuve a mirar a mi alrededor con más detalle. En el techo luz blanca florescente, como de matadero, en las teles porno sin sonido, sin argumento y sin talento alguno. Aún no me atrevía a mirar al resto de las chicas. Mi compañera me agarró del brazo.

Tengo muy poco tiempo entre llamadas así que te explico. Ponte estos auriculares, este botón para contestar. No se puede colgar nunca a nadie. Pulsa seis-dos-seis para grabar tu nombre de guerra, elige bien porque no se puede cambiar. La primera noche es la peor, mañana estarás bien, no te preocupes.

Mi nombre no es Raquel. No lo ha sido nunca aunque me han llamado así desde pequeña. Por alguna razón la gente no se queda con mi nombre y sí con Raquel. Me sigue pasando y lo odio, lo odiaba de pequeña y lo odio ahora. Ese fue el nombre que elegí. Porque yo no trabajaría en aquel sitio, lo haría Raquel.

«Se necesita auxiliar administrativo» rezaba el anuncio del periódico.

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