El psicólogo de la barra del bar.

El psicólogo de la barra del bar.

Marta López

23/03/2017

Detrás de una barra. Manos que barajan bebida y comida como si de naipes se tratase. Le piden algo de engullir que los mantenga vivos y él no se conforma. Una tapa de la zona metropolitana de Granada junto a un plato de ilusión, porque en ese bar no sólo se alimenta el cuerpo, el alma también se sacia entre platos que no dejan nadar que desear.

Los que digan que los camareros tan sólo reparten algo que yantar es porque nunca han puesto sus pies entre esas cuatro paredes. Una vida al servicio de los demás. Una vida de aguantar. Una vida cuyo trabajo se ha acercado más al de psicólogo que al de un mero servidor de sustento para el torso.

Lleva más de treinta años sirviendo y sin ser servido. El paso del tiempo hace mella y no solo en sus manos, un cuerpo al servicio y a la asistencia de todo aquel que entró en ese establecimiento tuvo que tener alguna consecuencia en su vida.

Cualquiera que se haya dejado conquistar por la sonrisa y alegría de aquel camarero sabrá que no son sólo esas sus virtudes.

Aquella barra ha visto más llantos y más júbilo que los que cualquiera memoria pudiese recordar. Partidos de fútbol en la pantalla del televisor de la pared. Victorias. Partidos que se pierden en el último minuto. Cervezas para celebrar. Alcohol que ha curado heridas recién abiertas. Alcohol para olvidar. Todo esto con aquel camarero como ser presente. Como aquel que siempre estaba, con paso torcido por las horas que lleva sin sentarse en ningún sitio.

Si algún día necesitas un doble ración de esperanza, con especial de ilusión y una pizca de amabilidad puedes pasar que siempre tendrá para ti un plato guardado.

Si necesitas una clase de filosofía sobre los problemas que nos acontecen, también tienes sitio por ahí.

Si quiere criticar lo mal que ha jugado tu equipo, quejarse por lo votado o analizar todo lo que no nos hace feliz, allí tendrá un confidente.

No olvides dar las gracias antes de salir, paga antes de cruzar el umbral de la puerta, sonríe por lo aprendido y por lo que queda por aprender, los años duelen un poco menos así.

Y cómo no, vuelva lo más pronto que pueda.

Atentamente el filósofo, confesor y confidente, psicólogo, mentor, alegría personificada, sirviente más conocido como el camarero de tu barrio.

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