El Espíritu de las Calles te Ubican

El Espíritu de las Calles te Ubican

Delsiris Montero

23/02/2019

No tenía 20 años cuando decidió dar el paso de su vida, que lo llevaría a una nueva etapa. Era casi una década después del 2000 en la que Elbert salió de sus entrañas campesinas para inducirse en el afanado mundo de la ciudad. Era el más pequeño de edad de los seis hijos de sus padres. Le interesaba emprender un camino para lograr el sueño de ser un buen profesional.

En enero, empieza su travesía, como todo un soñador, su pequeña mochila que le hace de maleta y ropa no muy cara, pues no quería impresionar a nadie. Antes de salir, se despide de su familia. Sus padres un tanto nerviosos y asustados, solo le queda dar la bendición a su hijo. Nuestro soñador, no viene de una familia que pueda sostener sus estudios universitarios, no pueden pagarle una casa, no tienen suficiente dinero para comprarle libros, pagarle talleres, ni para enviarle una mensualidad con la que pueda comprar alimentos diarios para su sustento. Todo esto él lo sabía y aun así su decisión seguía en pie. Su oportunidad era vivir en uno de los barrios marginados, en los suburbios de la ciudad.

Su esperanza era que Miguel, su amigo de secundaria lo recibiera en la casa de estudiantes de su pueblo, en la cual no tenía que pagar una mensualidad por su estadía, las reglas eran simples y nada difíciles para él. Solo debía mantener buenas relaciones con sus compañeros, limpiar un día a la semana, cocinar un día a la semana o preparar la cena. La casa era pagada por el ayuntamiento, por lo tanto, no tenía que preocuparse por eso. Todos sus compañeros tenían más o menos su condición social.

Su barrio, era uno de estos que no son de los más peores, pero tampoco de los más prominentes. Era divido de la gran ciudad por una pared. Se podía alcanzar a ver a corta distancia, la diferencia de las construcciones de casa y edificios, pues los de más allá, era de una clase media alta. Eran personas que tenían buenos ingresos, las personas no entraban regularmente por esas calles caminando, sino en carros del año, buenas jeepetas y más vehículos un poco difíciles de describir.

En sus días de universidad, no le iba tan mal, pues se dedicaba atentamente a sus estudios. Escuchaba y leía sobre temas desconocidos para él. Casi todo era nuevo, el espacio, las temáticas, metodologías, Elbert estaba sumergido en un mundo de confusiones, cuestionantes, ansias, nuevos deseos que no era provocado por la simple participación en estudios superiores, sino por lo que había escogido estudiar. La sociología no solo se basa en el estudio de la sociedad como un objeto, debes cuestionarlo todo le decía su profesor. Como neófito, se creía cualquier asunto expuesto por sus profesores. Lo que le permite ascender y establecer nuevas relaciones en ese mundo académico.

Avanzan las clases y se le pide presentar un proyecto de investigación, con aspectos sociológicos, demográficos y que en el mismo presente una problemática social.

Aunque es interactivo, también tiene sus momentos en el que se aísla para despejar su mente y tener mayor concentración en elaborar pensamientos complejos, que brinden buenas y aceptables respuestas a sus preguntas. Para lo cual, sube a la azotea tarde de la noche, por lo general a más de las 11:00 pm. Debía hacerlo a esa hora, porque las calles de su barrio, antes de esa hora no se podía ni hablar, porque el lugar era inundado del ruido provocado por diferentes fuentes: el colmado, el bar abierto, el drink de la esquina más próxima y desde luego, por la jeepeta de algunos jóvenes que venían para hacer competencias entre ellos para medir el equipo de música que más alto suene. Este era el panorama del barrio donde Elbert vivía. Mientras, con mucha atención miraba al este de la azotea y veía la tranquilidad, el silencio y la armonía de aquellas calles en los residenciales, que a menos de un kilómetro se mostraban tan diferente.

Esta realidad social, le inspiró para escribir su proyecto. Se preguntaba ¿Cuáles son los factores que influyen para que dos ciudades tan cerca sean tan diferentes? ¿Por qué existe esa marcada diferencia de clase social entre ellas? Cada vez se hacia otras preguntas que no le encontraba respuestas con un simple pensar, debía investigar ese fenómeno que le inquietaba. Sin saberlo, Elbert había caído en el lugar más adecuado para poder desarrollar sus cualidades como estudiante.

El espíritu de las calles se encarga de ubicar a cada uno en el lugar que más le conviene. Las calles tienen vidas propias, que es dada por sus visitantes a los cuales ella les ata, de forma tal que no puedan salir, sino que deben brindarles sus talentos y recursos y a cambio ella te brinda placer hasta que te esclavizan amadamente.

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