EVOCANDO RECUERDOS DE LA NIÑEZ

EVOCANDO RECUERDOS DE LA NIÑEZ

Consientes cuando ya tenemos uso de razón, de la ineludible participación de maestra MENTE Y CUERPO, que utilizamos en nuestro vivir diario, traslado hoy mis pensamientos a la época de mi niñez frente a los 78 años de vida que privilegiadamente poseo.

Recuerdo cuando jubilosamente Montaba en Bicicleta, Jugaba con bolas de cristal, Correteaba Al Escondidijo, Me entretenía bailando El Trompo y otras diversiones juveniles, qué disipaban prodigiosamente el correr de esos años.

Nuestros amiguitos que nos acompañaban en estas jugarretas, de pantaloncitos cortos, muchos de ellos carentes de calzado y algunos con visibles muestras de secreciones gripales, eran o son en la actualidad destacadas personalidades de la Banca, la Industria, el Gobierno o solventes y prestigiosos ciudadanos del País.

Y qué decir de las distracciones familiares semanales, recorrer los Domingos, el parque del Pueblo en compañía de la mama, o de un pariente mayor para conocer los chismes de la semana o intercambiar algunas rutinas y sobre todo escuchar por los parlantes del parque, las tiernas dedicatorias de amor de sus enamorados para sus novias.

Cuando el papa de la casa disponía de algunos sobrantes económicos, qué mejor que asistir al modesto teatro del pueblo, a presenciar la película de la semana que era anunciada por las calles con bombos y platillos utilizando un sencillo megáfono.

Como en un concurso de baile la pista esta lista, las calles empedradas eran testigo de edificaciones de bareque y paja, que competían con algunas construcciones de cemento, en donde sus propietarios o moradores de estas, se erguían orgullosamente sobre ellas, originando en los demás posiblemente aspiraciones a un mejor vivir.

El imponente Cerro del Ingruma en mi tierra natal Riosucio (Caldas) es fiel testigo del desenvolvimiento admirable de la tecnología que nos acompaña en la actualidad frente a los vividos años atrás.

Prevalecía el asentamiento Indígena en este sector, sin desconocer la permanencia de contadas familias de otras regiones fuera de Colombia se establecieron en Riosucio, buscando desde luego nuevos horizontes, y contribuyendo con sus hábitos en el desarrollo del Pueblo.

De pronto éramos sorprendidos por el visitante forastero, que si era de ojos azules y rubio, lo mirábamos sorprendidos, como queriendo decir es un gringo, que apeándose de su elegante coche contrastaba con las llamadas Chivas, vehículos en ese entonces con capacidad para 30 pasajeros aproximadamente, utilizados primordialmente por los cansados campesinos que venían al pueblo a proveerse del mercado semanal para su casa.

Las costumbres de los pueblos son diferentes, por eso no debo sustraerme ante el desconocimiento para muchas personas, de algunos términos que estoy utilizando en este relato, que dificultaran la comprensión del mismo sobre todo de los amables lectores foráneos.

Las saludables experiencias a título personal que yo describo, ajenas desde luego al conocimiento de los distinguidos lectores, las señalo con un propósito de que reconozcamos el desarrollo vertiginoso de las épocas, el ingenio de las personas, la participación de circunstancias y hechos olvidados que estoy añorando, posiblemente para muchos de ellos, así sean de otras comarcas, también formaron parte de su vida diaria.

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