Lobo aúlla a la luna y a las hembras de larga melena. Bebe la vida sentado y saborea cada trago. Lobo no cree en Dios, cree en sus colegas.

Comenzó a llamarse Lobo en la facultad. Estudió que Aristóteles definía al hombre como aquel animal que habla, y le divertía pensar que su falta de autonomía y dificultad para hablar le acercaban más al reino animal.

El lobo fue la especie con la que más se identificó. Salvaje y libre, que a la vez vive en manadas.

Aprendió que el lobo es un gran comunicador, que se expresa a través del tacto, el contacto visual y los movimientos del cuerpo, y le dio esperanza e ideas para mejorar sus limitaciones.

Tú eres una persona, no puedes ser un lobo, le dijeron en casa. Seré un lobo sapiens entonces.

Cuando sus fuerzas fallan, invoca al lobo con un gruñido que le da poder, sin importarle ser incomprendido o etiquetado. Saberse acompañado de su espíritu, le da confianza y seguridad en sí mismo. Su fuerza le da deseos de libertad y le protege en los malos momentos.

***

¿Que quien soy yo? Me puso Terminator al configurarme con la voz de ese personaje de película. A través de mí se abre al mundo y se hace oír. Aunque con gran dificultad, puede articular palabras, pero los demás no tienen paciencia ni ganas de entenderle.

Para desplazarse utiliza su Harley que lo acompaña desde que sus piernas se rindieron. Los tres somos el complemento perfecto, él nos da vida y nosotros se la mostramos.

Con alma de motero, intenta vivir con intensidad cada momento, experimentar el viento en la cara, oír el rugir de su garganta, tener la dosis de libertad y aventura que el tic tac de la válvula que mueve su corazón le permite.

Juntos hemos recorrido las calles y conocido a mucha gente. Su espíritu luchador e imperturbable sonrisa no dejó indiferente a nadie. A través de mí se hizo conocido en las redes y donde había un sarao o evento solidario, allí estaba el Lobo.

Nadie se explica como se abrió aquel socavón bajo nosotros. Las lluvia que cayó semanas anteriores pudieron ser la causa o un error en el proyecto de construcción de un parking subterráneo cercano. Accidental y fortuito o algo más tal vez.

Pese a estar atado a la silla, la caída le dejó inconsciente y malherido. Le llevaron por un laberinto de galerías que años atrás habían sido túneles de líneas metro, hasta llegar a una zona más abierta que parecía ser una antigua sala de tránsito.

Al abrir los ojos, una diosa de pelo de fuego cambiaba el vendaje de su pierna. Lobo miró a su alrededor sin entender nada de lo que veía.

Limpiaron y repararon la silla con rapidez. Su cuerpo me protegió y no sufrí daños.

—Ya despertaste, estábamos preocupados. Tuviste una grave caída pero la silla te ha protegido. Tranquilo, estás a salvo. El estruendo del derrumbe alertó a los otros, pero nosotros llegamos antes y pudimos recogerte. Supongo que estés desorientado. Descansa que ya te lo explicaremos todo más adelante.

En las semanas siguientes, aquella «enfermera» que tanto le gustaba, le ayudó en su recuperación y los miembros de aquel clan le explicaron que allí abajo se había formado una sociedad paralela con los descartes de la superficie.

Estaban divididos en tribus, alguna de ellas enfrentadas. A ellos les llamaban los vikingos por su aspecto y forma de vida. Antiguos motoristas que habían ido cayendo desde que se aplicaran los protocolos para mejorar la calidad del aire de las ciudades. Su negativa a cumplir las directrices marcadas, los habían llevado a la aniquilación hasta desaparecer de las calles.

Lobo fue consciente que las cosas no suceden porque sí. Comentó que después de ver lo que ocurría allí abajo y su brutal caída, le hacía recordar la manera de cómo la sociedad espartana se deshacía de los no válidos para la lucha, lanzándoles desde lo alto de un monte.

En aquel lugar, se encontraba rodeado de hombres y mujeres con una filosofía de vida con la que se sentía identificado, donde las personas con discapacidad eran respetadas.

Adaptaron una antigua batería de coche para mantener la silla con vida y yo me cargaba conectado a ella. En cuanto Lobo estuvo listo, volvimos a ser equipo.

Un pequeño perro cojo estuvo a su lado durante todo el tiempo que permaneció postrado en cama. Nadie sabía el nombre del chucho, así que Lobo pensó y le buscó uno apropiado.

—Te llamaré Pericles, es un buen nombre.Tras la reforma de Pericles (499-429) D.C, las personas con discapacidad se comienzan a atender en Centros Asistenciales

Pasaba el tiempo y la relación con la mujer pelirroja cada vez era más estrecha. La recogieron desorientada vagando por los túneles sin recordar nada de lo sucedido ni de su vida anterior. Ni siquiera sabía su nombre.

—Tú eres Scarlet, mi heroína. El color de su pelo y su belleza le recordaban a la Bruja Escarlata de los comics.

Su capacidad para observar, escuchar y conciliar le convirtió en líder espiritual de aquel grupo. Acudían a él cuando debían tomar decisiones importantes y sus opiniones no defraudaban.

***

—¿Qué tal amaneció hoy el Lobito?

En la habitación, David mira a su alrededor algo desorientado. Observa los pósters de lobos de las paredes y las maquetas de motos que hay en los estantes. Apoyada en el marco de la puerta, Laura, su asistente personal.

—No puede ser que fuera un sueño

— ¿Aparecía yo en él?

Dirige la mirada hacia su pelo rojizo al tiempo que afirma con la cabeza

—Acércame la Harley, no puedo perder tiempo. Debo recordarlo todo.

Enciende el ordenador y abre un documento en blanco, observa unos segundos y escribe.

SUEÑOS DE UN LOBO LOCO

Un pequeño perro cojo mordisquea su zapatilla.

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