Mientras tanto Lupita, soñaba con la luna entre sus brazos,
y retozaba al viento cálido de la noche clara,
pregonando la melodía de su corazón…
¿Por qué Padre, si por amor nacemos,
no es lo mismo al morir?
Mueren las flores, y semillas dejan,
muere el día, para la llegada de su noche,
y al siguiente, es un nuevo amanecer.
Muere el viento y su aliento, más sin descanso, su bello canto.
Mientras tanto, muere mi agonía, al saber que la dulce melodía,
en mi pecho resguardado, aquel pecho que ronca por amor.
Continuar y continuar, contemplando a las estrellas,
pidiendo a cada una de ellas, la luna bella me devuelvan,
pues su luz me desvela, y me revela…
Que mi Padre al tiempo, escucha mi alegría y mi llanto.
Que obra la tuya por desaparecer todo en un instante,
más luego regresar, todo aquello que me quitaste:
¿Acaso es así tu infinito Amor? Entonces Padre, te digo y te repito: Quita, quita lo que quieras, para que venga mi llanto, y dame tanto, para que entorne mi alegría.
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